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  • Raquel Mingo

DEL SOFÁ A LAS OLIMPIADAS (+ O -)


Mujer agotada en el gimnasio

Mi hijo Pablo lleva un tiempo pensando en apuntarse a un gimnasio. En esto, como en el resto de su apacible vida, su filosofía es un tanto (vale, mucho) ingenua: entras por la puerta y ya has perdido medio kilo.

Fíjate, mamá, cómo me habré puesto dentro de dos semanas. Sí, amig@, aquí, en Villa Mingo, nos lo pasamos teta.

A veces, me gustaría ser como él. 100% positivismo. O, según la frase que le repito a mi sister al menos dos veces por semana, este chico vive en una realidad alternativa a la del resto de los mortales. Pero es la mar de feliz, el tío.

Yo me como mucho la cabeza. Por ejemplo, me he pasado el invierno dándole vueltas a cómo hacerlo. Que si tiene una carga lectiva tremenda, que si de dónde va a sacar el tiempo, que si con la pereza que le da mover el culo del sofá… Total, que nunca nos decidimos.

El fin de las clases parece un buen momento para dar el paso. ¡Incluso yo me planteo intentarlo! A ver, falta, lo que se dice falta, me hace. No practico ejercicio desde… esto… eh… Pues eso. Que no vendría mal desentumecer los músculos. O lo que se tercie, que esos los perdí hace años en una apuesta sin sentido. Estúpida juventud.

Decidimos que lo mejor será hacerlo durante mis vacaciones, porque con mi horario laboral es complicado. Además, eso me concede otro mes de margen antes de someterme a la que, sin duda, será la mayor tortura de mi vida. Vamos, que haber aguantado a mi ex y a su madre durante quince años se me antoja un juego de niños en comparación. Y, mientras, nos tiramos el moco de que estamos en un gimnasio.

Estamos, vamos, pensamos ir… Como dice el refrán: La intención es lo que cuenta. Según la forma de ver las cosas de Pablo, eso ya nos hace sudar gota a gota, ¿verdad? Yo no me separo de mi toalla de microfibra, porsi.

Lo malo de planificar, es que los plazos vencen y el día cero, al final, ocurre. Y así es cómo, mientras me pertrecho de material deportivo (lo admito, no he visto un chándal en mi vida adulta), resulta que esta tarde tengo que aparecer por el puñetero gimnasio.

¡OH, MY GOD! ¿Y ahora qué?

¿Os lo cuento mañana?

Si nos atrevemos a entrar…

Si salimos de una pieza…

Si las agujetas me permiten teclear…


Mujer entrando a entrenar al gimnasio

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