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Aperitivo 5 de LAS HIJAS DEL MONSTRUO

Raquel Mingo


—Vosotras dos. —Ambas se giran hacia Felipe con cara de susto—. Plantad vuestros culos en el sofá —ordena, señalando el espacio vacío a mi lado—. Hasta que llegue Sofía, vamos a decidir cómo salvar a mi mujer de sí misma.

Ellas no dudan ni un segundo. Corren hasta mí y se sientan, con sus manos fuertemente agarradas a las mías.

—¿Vas a aceptar nuestra ayuda? —pregunta él, en un murmullo cargado de amor, comprensión y voluntad.

Trago saliva y, muerta de miedo, asiento. Si los tengo a ellos, puedo lograr cualquier cosa.



 
 

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