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  • Raquel Mingo

ELLA LE VEÍA



Ella miró sus ojos oscuros y suspiró.


Nunca podría convencerle de que lo que veía en él era el reflejo de sí mismo. Un hombre bueno, dulce, carismático. Seductor, y con cierto regusto a inocencia, porque era de los pocos hombres que quedaban en el mundo que hacía apología del amor, y que se creía lo que predicaba. «Un jodido romántico», se autoproclamaba, y meneaba la cabeza, como si fuera un caso perdido.


Ella se perdió de nuevo en esa mirada desahuciada, rebosante de tanta tristeza y sueños marchitos, consciente de que nunca sabría cómo explicarle que solo él, y nadie más, podría sentirse como lo veía ella.




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